Vivir con lo nuestro
En eso estamos empeñados y comprometidos con mucha fuerza y lo demostramos con decisión política, reivindicando el futuro de la ciencia y la tecnología.Qué duro les resulta a algunos aceptar los cambios.No pueden entender que un modelo de país que contenga a todos los argentinos debe saber valerse de sus recursos y de lo que producen esos argentinos.
Por Alicia Kirchner
Qué duro les resulta a algunos aceptar los cambios. No pueden entender que un modelo de país que contenga a todos los argentinos debe saber valerse de sus recursos y de lo que producen esos argentinos. Lo demás es lucrar con el país. Es ganancia fácil a costa del sacrificio de los que menos tienen.
Pareciera que les importa poco la Argentina, porque hacen suyo el axioma de que el capitalismo no tiene patria ni bandera. Evaden, exportan sus utilidades hacia paraísos fiscales y no invierten en bienes de capital, ni generan empleo para que el país siga creciendo. Otros se protegen con intermediación parasitaria. Aumentan los productos de primera necesidad cuando se acercan las discusiones paritarias –por las dudas– y los vuelven a aumentar argumentado luego el costo laboral. Por ahí anda un abogado laboralista de las mayores cámaras empresarias diciendo que el costo laboral argentino tiene un promedio de 13 dólares, lo que contrasta con los ocho dólares de Brasil y los cuatro dólares de México.
No hay que nivelar para abajo. Ya llegarán los hermanos brasileños y mexicanos a tener mayores ingresos, sin duda legítimos.
Existe mayor demanda del mercado interno y subsiste capacidad industrial ociosa en muchas empresas líderes. Sin embargo, plantean la necesidad de la importación de insumos, tal como en la década del ’90 importaban camisas de Asia.
Es necesario ir buscando alternativas que nos liberen del cepo de las grandes transnacionales, que de todas maneras van a querer seguir invirtiendo, porque muchos de los países otrora calificados hoy en los países centrales entran prácticamente en recesión, como nos ocurriera a nosotros en el ’90.
Recientemente en la Reunión del Consejo de Salud de la Unión de Naciones Suramericanas, hemos firmado acuerdos con Brasil para la fabricación conjunta de productos biotecnológicos que son los de más alto costo para el Estado. Brasil ya lo está haciendo con el uso de la tecnología nacional. En eso estamos empeñados y comprometidos con mucha fuerza y lo demostramos con decisión política, reivindicando el futuro de la ciencia y la tecnología. Así lo marcó la presidenta, al firmar los contratos de construcción de ocho institutos científicos, que tendrán sus sedes en distintos puntos del país.
Ser soberanos como país significa no sólo recuperar para los argentinos los recursos naturales estratégicos con que contamos, sino ponerle valor agregado al trabajo argentino, a la capacidad argentina.
Sin duda, como dice Alberto López Girondo, Krugman (Premio Nobel de Economía en el 2008) puso el dedo en la llaga y lo hace con la ironía de lo incomprensible. Es difícil entender que muchos argentinos se autoboicoteen, que tengan la autoestima tan baja, que quieran remplazar soberanía por idolatría al poder externo.
Si entendiéramos que unidos y organizados crecemos todos, seguramente nuestro país ya estaría liderando la región, pues ya somos pioneros por haber hecho descender las desigualdades en la región. Quienes trabajan en contra del país no entienden lo que es identidad soberana.
Hoy los mercados financieros están haciendo agonizar a esa Europa que supo de mejores épocas. Es una muestra más que el dinero no crece “empollándolo”, debe tener la sostenibilidad en el desarrollo de los recursos, que en la Argentina, gracias a Dios, los tenemos. Esto es soberanía nacional.
Pareciera que les importa poco la Argentina, porque hacen suyo el axioma de que el capitalismo no tiene patria ni bandera. Evaden, exportan sus utilidades hacia paraísos fiscales y no invierten en bienes de capital, ni generan empleo para que el país siga creciendo. Otros se protegen con intermediación parasitaria. Aumentan los productos de primera necesidad cuando se acercan las discusiones paritarias –por las dudas– y los vuelven a aumentar argumentado luego el costo laboral. Por ahí anda un abogado laboralista de las mayores cámaras empresarias diciendo que el costo laboral argentino tiene un promedio de 13 dólares, lo que contrasta con los ocho dólares de Brasil y los cuatro dólares de México.
No hay que nivelar para abajo. Ya llegarán los hermanos brasileños y mexicanos a tener mayores ingresos, sin duda legítimos.
Existe mayor demanda del mercado interno y subsiste capacidad industrial ociosa en muchas empresas líderes. Sin embargo, plantean la necesidad de la importación de insumos, tal como en la década del ’90 importaban camisas de Asia.
Es necesario ir buscando alternativas que nos liberen del cepo de las grandes transnacionales, que de todas maneras van a querer seguir invirtiendo, porque muchos de los países otrora calificados hoy en los países centrales entran prácticamente en recesión, como nos ocurriera a nosotros en el ’90.
Recientemente en la Reunión del Consejo de Salud de la Unión de Naciones Suramericanas, hemos firmado acuerdos con Brasil para la fabricación conjunta de productos biotecnológicos que son los de más alto costo para el Estado. Brasil ya lo está haciendo con el uso de la tecnología nacional. En eso estamos empeñados y comprometidos con mucha fuerza y lo demostramos con decisión política, reivindicando el futuro de la ciencia y la tecnología. Así lo marcó la presidenta, al firmar los contratos de construcción de ocho institutos científicos, que tendrán sus sedes en distintos puntos del país.
Ser soberanos como país significa no sólo recuperar para los argentinos los recursos naturales estratégicos con que contamos, sino ponerle valor agregado al trabajo argentino, a la capacidad argentina.
Sin duda, como dice Alberto López Girondo, Krugman (Premio Nobel de Economía en el 2008) puso el dedo en la llaga y lo hace con la ironía de lo incomprensible. Es difícil entender que muchos argentinos se autoboicoteen, que tengan la autoestima tan baja, que quieran remplazar soberanía por idolatría al poder externo.
Si entendiéramos que unidos y organizados crecemos todos, seguramente nuestro país ya estaría liderando la región, pues ya somos pioneros por haber hecho descender las desigualdades en la región. Quienes trabajan en contra del país no entienden lo que es identidad soberana.
Hoy los mercados financieros están haciendo agonizar a esa Europa que supo de mejores épocas. Es una muestra más que el dinero no crece “empollándolo”, debe tener la sostenibilidad en el desarrollo de los recursos, que en la Argentina, gracias a Dios, los tenemos. Esto es soberanía nacional.
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