Ya son 21 líneas las que permiten pagar los viajes con tarjeta. A fin de año, prometen que habrá más de 10.000 unidades en total.

Finalmente, y después de varios anuncios fallidos, el SUBE (Sistema Unico de Boleto Electrónico) empezó a dar pasos concretos de cara a los usuarios. El Gobierno habilitó en total 1.519 colectivos y espera sumar entre 7.500 y 8.000 unidades más antes de fin de año.

Por Damián Kantor

Todo es parte de un proyecto con el que se intenta unificar en un solo medio de pago, a través de tarjetas recargables, más de 15 millones de tickets que se emiten diariamente para viajar en colectivos, trenes y subtes que circulan por el área metropolitana.

Los colectivos que ya cuentan con las lectoras funcionando, es decir, con los equipos que "cobran" el valor del pasaje por medio de tarjetas prepagas, corresponden a las siguientes 21 líneas: 5, 6, 8, 12, 20, 23, 28, 39, 50, 61, 62, 86, 88, 101, 102, 129, 150, 151, 168, 193 y 194.

Pero con el correr de los días, se irán sumando otras, según confirmó a iEco el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi. "Ahora los tiempos se aceleran y a fin de diciembre el SUBE abarcará entre 9.000 y 10.000 unidades, entre colectivos, trenes y subtes", prometió el funcionario.

El boleto electrónico fue lanzado por Cristina Kirchner en febrero de 2009, en medio de las protestas de la gente por la falta de monedas, con la promesa de que estaría listo en 90 días. La realidad se encargó de demostrar que el armado de un único sistema, que centralizará el cobro de los pasajes y el pago electrónico a cada empresa de transporte, era mucho más complejo de lo que se pensaba.

Tal complejidad puede traducirse en números. Según datos de Nación Servicios, la oficina del Banco Nación que administra el SUBE bajo supervisión de la Secretaría de Transporte, se estima que en Capital y GBA se realizan 15,5 millones de viajes diarios por un valor de $17 millones. Una vez completado, el centro de cómputos debe almacenar las cargas de las tarjetas (5 millones), descargar el valor de cada pasaje (cuando el usuario pase la tarjeta por la lectora) y abonar en el día a cada una de las 250 empresas de transporte.

Schiavi se esperanza con la posibilidad de que el SUBE permitirá, entre otras cosas, un mayor control sobre la montaña de subsidios que percibe el transporte. "Estamos blanqueando una actividad donde hay muchos recursos y que cuenta con mecanismos de fiscalización que pueden ser cuestionados por su obsolescencia", dijo diplomático, para evitar rispideces con el sector empresario. Y prometió que se podrán "aplicar políticas tarifarias", es decir, bajar o subir el costo de los viajes según el perfil del usuario.

Pero antes hay otras incógnitas por resolver, porque aún no se determinó por cuánto tiempo coexistirán las validadoras (lectoras de tarjetas) con otros instrumentos de pago, como las máquinas tragamonedas. Ni tampoco se definió qué pasará con Monedero, el sistema que implementó Metronec (del grupo Roggio) en los subtes y en un puñado de líneas de colectivo, y que cuenta con 3 millones de usuarios activos. Según Schiavi, "al ser compatible con el SUBE, Monedero podrá continuar operando con nuestras reglas". Desde la empresa coinciden, pero aclaran que están negociando el cobro de alguna comisión por el uso de sus tarjetas.

Más allá de esto, las empresas que se adjudicaron el negocio de implementar el SUBE continúan su trabajo. De las primeras 10.000 validadoras, el 16 de noviembre ya se instalaron 7.584 equipos, que están esperando la habilitación final. Son colectivos que disponen de los cableados y, en algunos casos, de la carcaza de la validadora, pero que aún no funcionan. "Estamos cumpliendo los cronogramas pactados", sostuvo el ejecutivo de Siemens Carlos Abril.

Para el resto de las unidades se llamó a una segunda licitación por la compra e instalación de 8.000 lectoras. En este caso y para evitar suspicacias, se dividió el negocio (por unos US$30 millones). Siemens (3.000), Tallion (3.000) y la UTE conformada por Láser y GBM, dos pymes locales (2.000), se lo repartieron.

Por otro lado, la alemana G&D ya le entregó al Gobierno 5 millones de tarjetas, de las cuales se repartieron en forma gratuita poco más de 700.000. De ese total, el 40% (283.000) está en uso y, de acuerdo con estadísticas oficiales, la carga promedio ronda los $11.

Por otro lado, ya hay 900 comercios (kioscos, puestos de diarios, farmacias y locales de comida, entre otros) que están habilitados para que la gente pueda recargar las tarjetas. Pero el Gobierno proyecta llegar a los 6.000 antes de fin de año, sin contar aquellos que operan con la red de Monedero.

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