Los por qué del enfrentamiento entre Cristina y Moyano están ausentes en la boca de sus protagonistas y esa situación permite analizarla como una cruda contienda por determinar qué dirigente prevalece en la arena política.
Por Nicolás Tereschuk
La sociedad entre el kirchnerismo y el liderazgo sindical de Moyano se probó como fructífera en términos políticos y sindicales, en un contexto de avances en los derechos de los trabajadores y negociaciones paritarias ininterrumpidas. Pero ese pacto llega a su fin. El secretario general de la CGT intentó mostrar ante la opinión pública el choque como consecuencia de un “giro a la derecha” del gobierno, sin embargo la seguidilla de medidas que culminaron con la nacionalización de YPF no dejaron espacio para la imagen que buscó transmitir. Un más férreo control del mercado de cambios y del comercio exterior, la obligación para empresas mineras de liquidar sus ganancias en el país, una nueva carta orgánica del BCRA, un acuerdo tributario con Uruguay para encontrar evasores y la presión a grandes empresas para que reinviertan utilidades son acciones que no aparecen en la derecha local.Así, Moyano parece encaminarse a la lista de los que se “llevaban mejor” con Néstor que con Cristina. En un nivel algo más alto de análisis debería tenerse en cuenta que más que un problema de “feeling” estamos ante las modificaciones propias de un contexto político inédito. Cristina se convirtió en la presidenta reelecta en esta etapa democrática con el mayor porcentaje de votos y con la mayor distancia de la oposición. Resulta difícil pensar que un presidente peronista en ese contexto va a admitir liderazgos autónomos con “poder de daño” en la arena político-sindical. No lo hicieron Perón ni Menem, no habría que pedirle a la actual mandataria que se aparte de ese camino. Si el gobierno logra bloquear la reelección de Moyano en la CGT eso le significará un triunfo político al interior del peronismo y más allá. Sin embargo, habrá que evaluar si ese proceso no deriva en un debilitamiento de la central como tal. Y en qué medida eso beneficia o perjudica el poderío político del Gobierno y su capacidad de mantener a raya a sectores del establishment que se mueven más cómodos cuando los sindicatos tienen menos fuerza.
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