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Era oficial de la Policía Bonaerense, respondía a Inteligencia del Ejército y liberaba zonas para los grupos de tareas de la CNU. Se investiga si se apropió de una hija de desaparecidos.

Por Daniel Cecchini y Alberto Elizalde Leal

Luego de haber sido instado por la Cámara Federal para que diera pronto despacho a medidas procesales solicitadas por la Fiscalía y las querellas en varias causas relacionadas con violaciones de los derechos humanos, el titular del Juzgado Federal N° 3 de La Plata, Arnaldo Corazza, detuvo finalmente esta semana a los ex policías Tomás Rotella (a) El Negro y Julio César Garachico (a) El Gordo, integrantes de un grupo de tareas de la Policía Bonaerense que estuvo activo antes y después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Garachico, además, ha sido señalado por los autores de esta investigación de Miradas al Sur como uno de los policías encargados de liberar zonas para que, entre mediados de 1974 y fines de abril de 1976, la banda de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), comandada por Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio, pudiera operar con total impunidad en La Plata y sus alrededores.
Julio César Garachico (a) El Gordo fue detenido en su casa de Mar del Plata en el marco de la causa que investiga las muertes de los estudiantes y militantes de la izquierda peronista Marcelo Bettini y Luis Eduardo Bearzi, ocurridos en la localidad de Tolosa el 9 de noviembre de 1976. Bearzi fue asesinado de varios disparos en la cabeza, en tanto que Marcelo Bettini, al ser capturado, se suicidó ingiriendo una pastilla de cianuro. La Sala III de la Cámara Federal de La Plata consideró que la muerte de Bettini, a pesar del suicidio, debía ser considerada un crimen de lesa humanidad. “Bettini actuó coaccionado como consecuencia de los medios violentos –e ilegales– desplegados por parte de las fuerzas represivas durante el operativo, quedando su intervención circunscripta a decidir entre el suicidio o a ser, muy presumiblemente, detenido por la Policía provincial e ingresado al circuito represivo que se encontraba activo en la época”, dijeron los jueces. Poco después de la muerte de Bettini, muchos de sus familiares –entre ellos su cuñado, el teniente de navío Jorge Devoto– fueron secuestrados y asesinados por el terrorismo de Estado. En esa causa también está imputado el jefe de la patota platense de la CNU, Carlos Ernesto Castillo, quien habría participado de la operación parapolicial a pesar de que, por entonces, se encontraba detenido.
Tomás Rotella (a)El Negro está imputado en la causa 208, un proceso residual de la Brigada de Investigaciones de La Plata y del centro clandestino de detención conocido como el Pozo de Arana. Coincidentemente, en varios procedimientos fueron detenidos otros acusados en esa causa. Todas esas detenciones fueron solicitadas por las querellas y el integrante de la Unidad Fiscal para delitos de lesa humanidad de La Plata, Hernán Schapiro. El juez Corazza resolvió concretarlas luego de que la Cámara Federal recibiera una queja por “retardo de justicia” de parte de las querellas y le exigiera al magistrado que diera “pronto despacho” a esas medidas. Luego de ser indagados en el Juzgado, Garachico y Rotella fueron trasladados al Penal de Marcos Paz.

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Frente del destacamento de inteligencia 101 del ejército, donde Garachico estaba asignado

La carrera de un represor gordo. Como ya señalaron los autores de la investigación de Miradas al Sur sobre el accionar de la CNU, la carrera de Garachico al servicio del terrorismo de Estado se inició mucho antes del golpe del 24 de marzo de 1976 y conoció varios destinos, cada uno de ellos de mayor importancia dentro de la estructura de la represión ilegal. Lo que sigue es una apretada síntesis de sus actividades más relevantes.
Desde mediados de 1974, cuando revistaba en el Comando Radioeléctrico con el grado de oficial principal, fue el encargado de coordinar desde la Policía de la Provincia de Buenos Aires la liberación de zonas para que el grupo de tareas de la CNU pudiera realizar sus secuestros y asesinatos sin ningún tipo de interferencias. En esa tarea, su contacto con la Jefatura de la Bonaerense era el comisario Carlos Alberto Masulli, y entre sus segundones se encontraba el suboficial mayor Juan Bilardo. Su relación con la patota de la CNU llegó a ser tan estrecha que fue uno de los invitados de honor a la fiesta de casamiento de Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio con Nora Fiorentino, realizada en una quinta de la calle 4 entre 76 y 77, en La Plata, que la banda había alquilado para utilizar como base de operaciones.
En abril de 1976, cuando la banda de la CNU dejó de ser funcional a los intereses de la represión ilegal y varios de sus miembros fueron detenidos y acusados de delitos comunes por orden del jefe del Área de Operaciones 113, coronel Roque Carlos Presti, El Gordo Garachico fue el jefe de la comisión policial encargada de allanar las viviendas de los integrantes de la patota. La misión le fue encargada con un objetivo preciso: seleccionar qué elementos serían “blanqueados” y qué otros no, de todo lo encontrado en esos operativos, sobre todo en los realizados en la quinta de la calle 4 y en la casa operativa que la banda tenía en Diagonal 113 y 65, en la zona sur de La Plata. Poco antes de la detención de Castillo y sus secuaces, esa casa había sido declarada, mediante un radiograma firmado por Presti, como “de interés para la lucha antisubversiva”.
Al margen de su papel de nexo con la CNU, integró también una patota exclusivamente policial. Esto fue denunciado en octubre del año pasado durante el juicio a los represores de la Unidad 9 del Servicio Penitenciario Bonaerense. En su declaración, el genocida Carlos García (a) El Oso señaló: “Yo no estaba en ninguna patota, pero había una que era la de Garachico”. Esa patota dependía directamente de la Jefatura de la Bonaerense, a las órdenes del comisario genocida Miguel Etchecolatz. Además de Garachico, la integraban, entre otros, los policías Manuel Aguiar (a) Manolo y Tomás Rotella (a) El Negro.
En su declaración en el juicio por el circuito Camps, en 2006, Jorge Julio López señaló a Garachico como uno de los integrantes del grupo de tareas que lo secuestró por primera vez. Como se sabe, poco después de esta declaración, López sufrió un segundo secuestro y todavía está desaparecido.
En el anexo del legajo de Garachico que se encuentra en la causa que investiga las muertes de Marcelo Bettini y Luis Bearzi hay un documento de la Jefatura de la Policía Bonaerense de fines de junio de 1976 que indica que a partir del 1° de julio de ese año El Gordo “continúa adscripto al Destacamento de Inteligencia 101 hasta nueva orden”. El mencionado destacamento formaba parte de la estructura de inteligencia del Ejército puesta al servicio de la represión ilegal. Estaba a cargo del coronel Alejandro Arias Duval, quien junto a otros quince represores acaba de ser procesado por el Juzgado Federal N° 1 de La Plata, a cargo de Manuel Humberto Blanco, en la causa por el centro clandestino de detención conocido como La Cacha. El verbo “continúa” utilizado en el documento indica que Garachico formaba parte de esta estructura desde antes de esa fecha y, posiblemente, desde antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Pese a todas estas imputaciones y hasta su detención a principios de esta semana, Julio César Garachico jamás había sido siquiera citado a declarar como testigo. Luego del retorno de la democracia se instaló en Puerto Madryn, donde llegó a gerenciar durante años el casino de esa ciudad. Luego de que Jorge Julio López lo mencionara en su declaración de 2006 fue reconocido por algunos vecinos de Puerto Madryn, por lo que decidió trasladarse a Mar del Plata, donde vivió abierta y tranquilamente en una casa de la calle Nápoles 3626 hasta que finalmente fue detenido. La dirección de esta vivienda fue publicada por Miradas al Sur hace más de tres meses, sin que nadie se molestara en ir a buscarlo. En otro alarde de impunidad, su cómplice Tomás Rotella (a) El Negro se desempeñó durante años con un alto cargo en el área de Seguridad de la Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires.

¿También apropiador? Julio César Garachico (a) El Gordo fue señalado además como participante del operativo realizado el 24 de noviembre de 1976 en La Plata contra una casa operativa de Montoneros donde, entre otros militantes muertos en esa ocasión, se encontraba Diana Teruggi, la nuera de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo Chicha Mariani. Diana estaba con su hija de apenas dos meses, Clara Anahí, cuyo paradero se desconoce desde entonces.
Miradas al Sur pudo saber que la Justicia sospecha que la participación de Garachico en ese episodio fue mucho más allá del ataque contra la casa y que, hace poco más de un mes, el fiscal Hernán Schapiro, de la Unidad Fiscal Federal sobre crímenes de lesa humanidad de La Plata, realizó una presentación en el Juzgado de Corazza para que se compare el ADN de una hija del ex policía con las muestras de familiares de desaparecidos que se encuentran en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Fuentes de la Justicia Federal platense confirmaron a Miradas al Sur que se sospecha que podría tratarse de Clara Anahí Mariani Teruggi, la nieta que Chicha aún sigue buscando. Esta hija de Garachico tiene aproximadamente la misma edad que tendría Clara Anahí, y fue anotada por el policía como hija propia el 27 de enero de 1977.
Este dominical también pudo saber que en la Justicia Federal de Mar del Plata, último domicilio de Garachico, se están dando los primeros pasos de una investigación en ese mismo sentido. Fuentes judiciales informaron a los autores de esta investigación que la Fiscalía marplatense realizará en pocos días más una presentación similar a la de Schapiro en el Juzgado Federal N° 3 de esa ciudad, a cargo de Santiago Inchausti.
Esta aparente superposición de presentaciones similares en dos jurisdicciones diferentes no se debe a una falta de coordinación judicial, sino a una razón concreta: conocida la inveterada costumbre de Corazza de dormir las causas que le parecen más comprometidas, se pensó en acudir, teniendo en cuenta que la radicación de Garachico en Mar del Plata brindaba un motivo jurisdiccional, a otro Juzgado que podría actuar con mayor celeridad.
Mientras todo esto ocurre, Julio César Garachico (a) El Gordo hace ahora vida social con sus colegas genocidas detenidos en Marcos Paz. Hubo que esperar casi tres décadas desde la recuperación de la democracia para que esto ocurriera.

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