El folklore de la política y más recientemente el márketing político convirtió a los primeros 100 días de un gobierno en un primer test de evaluación, un balance.

Por Analía del Franco

Esto resultó ser un buen recurso comunicacional y hasta organizativo al interior de la gestión, si bien es una mirada más táctica que estratégica.
Para caracterizar los inicios de gestión hay también otro concepto que es la “luna de miel”, pero que no precisa el tiempo de duración y, tal como sucede con las parejas, cada vez se la considera menos. Por otro lado, el escepticismo que hoy predomina hacia la política no permite como sugiere la luna de miel hacer la “vista gorda” sólo porque votamos a alguien o nos cae bien. De todos modos, con Cristina Kirchner habría sido difícil tenerla ya que venimos de una convivencia de cuatro años.
Distinta es la cuenta de los 100 días: es gestión y de un gobierno que está acostumbrado a ella y que además ha hecho un emblema de esta. Demostró que gestionando (bien) pueden revertirse 100 primeros malogrados días de gobierno: recordar el conflicto del campo al inicio de 2008 (35% de imagen positiva). Recordar el 70% de imagen positiva a la finalización de su mandato, 2011. Esta mirada evolutiva tiende a probar cierta precariedad predictiva de los 100 días, para dar paso a una lectura de coyuntura. De todos modos válida.
Los primeros 100 días de esta gestión comienzan con un clima social altamente positivo, pero con expectativas módicas, la crisis internacional y los propios mensajes de la presidenta sobre estos costos en el país abonan  esta moderación y es muy importante que así sea. A su vez y tal cual lo esperado (por todos) hubo anuncios fuertes, que implican cambios para esta nueva etapa. Me refiero especialmente al comienzo de un plan de fortalecimiento y conversión de la industria, que si bien hoy está en ciernes y con algunas desprolijidades, es lo fundacional de estos 100 días y es de las cosas que deberían permanecer hasta el final de la gestión.
¿Por qué? Porque es un ítem de valor en el proyecto kirchnerista y porque es una demanda social que produce satisfacción a gran parte de los argentinos. Como muestra, un 61% de la población mayor de 18 años considera que este plan va a redundar en un alto beneficio para el país, según el Informe nacional de Analogías de febrero de 2012. El resto es coyuntura.  

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