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La de ayer fue una jornada muy especial, porque la noticia se trasladó a Ushuaia, la capital de nuestras Islas Malvinas, a 30 años de la guerra. Quisiera transmitir la vivencia que tuvimos aquí cuando participamos de la vigilia, y luego frente al discurso de la jefa del Estado democrático frente a una multitud cerca del agua, cerca del frío. Aquí se huele Malvinas.

Por Roberto Caballero *

Quiero rescatar como párrafos esenciales del discurso de reivindicación de la soberanía, el reclamo por la paz y la reivindicación del Informe Ratenbach, que pone blanco sobre negro las responsabilidades de la derrota. Porque, que quede claro: ningún gobierno que no respete la soberanía popular puede reclamar la soberanía territorial. Eso fue lo que sucedió el 2 de abril de 1982. Treinta años después, la democracia, el Parlamento argentino, ha decidido una política de Estado que pone como eje fundamental el reclamo en los foros diplomáticos a través de la paz. Porque sólo los colonialistas como Inglaterra mantienen el mensaje bélico alrededor de la guerra. Esta fue una guerra injusta, no fue una gesta. Fue el último zarpazo de la dictadura militar genocida para tratar de perpetuarse en el poder. Pero también es cierto que ese zarpazo ha generado una camada de héroes, de combatientes que derramaron su sangre por un reclamo histórico de más de 180 años de soberanía sobre el territorio propio. Aquí en el fin del mundo, donde empieza la patria, a miles de kilómetros de la Capital Federal, se está más cerca de la nación. Aquí, en el fin del mundo, donde empieza la patria, a miles de kilómetros de la Capital Federal, decir Argentina tiene una connotación diferente. Aquí el aire que se respira es argentino, el agua es argentina, las calles embanderadas son argentinas. Aquí se vive Malvinas como territorio propio, como la vivimos todos los argentinos, que  en buena ley reclamamos y vamos a seguir reclamando por la soberanía en nuestro territorio. Gloria y Honor a los que cayeron bajo las balas enemigas, pero Gloria y Honor también a los ex combatientes que padecieron a los milicos genocidas también en el frente de batalla. La Corte ha dado trámite urgente para declarar delitos de lesa humanidad los cometidos contra los propios combatientes argentinos por sus mandos militares genocidas, y también la presidenta en su discurso elogió a Edgardo Esteban, un ex combatiente que reivindica hoy la soberanía pero también la paz. A algunos el discurso guerrero les queda bien, algunos rescatan lo bélico como si ese fuera el objetivo. Pero el objetivo es que Malvinas vuelva a la patria, que nuestras islas puedan ser abrazadas por los 40 millones de argentinos. Cristina dejó muy claro que el reclamo va a ser permanente y que esto es una política de Estado sostenida por todas las fuerzas políticas democráticas. Es bueno hacer eje en esto cuando aún hoy se debate por el interés de los isleños. Dijo Cristina un párrafo que me dejó conmovido, porque está en nuestra Constitución Nacional: que los isleños van a recibir los mismos derechos, los mismos beneficios y derechos de todos los hermanos latinoamericanos que eligen el suelo argentino para hacer su vida. No es poco en un mundo que odia a los inmigrantes, donde los discursos xenófobos son cada vez más severos y recalcitrantes, donde Europa permanentemente pone límites. En la Argentina seguimos abriendo las puertas a todos aquellos de buena voluntad quieran pisar el suelo argentino y honrar nuestra bandera. No es menor el discurso de la presidenta en este punto, sobre todo porque a veces se confunde nacionalismo con chauvinismo y patriotismo con andar pidiéndole al que viene de afuera un certificado de buena conducta, cuando la única buena conducta es venir a vivir en sociedad, con nuestras libertades, con nuestros problemas, pero con todas las cosas que el argentino ofrece a aquel que pisa este pueblo. También porque la Argentina es Latinoamérica y las Malvinas son tan argentinas como latinoamericanas.
Otro punto. Había en la plaza muchos uniformes militares. Militares que realmente estuvieron a la altura de las circunstancias. Pero 30 años después la batalla es otra, es en Ushuaia, en Río Grande, en Tierra del Fuego donde la batalla verdadera y que tenemos que dar, y se está dando, es sustituir importaciones, generar empleo, que la gente tenga posibilidad de que las nuevas generaciones y sus hijos vivan mejor que las anteriores. En cada puesto de trabajo que se recuperó en Tierra del Fuego, una muestra diminuta del modelo nacional, está la patria, en cada trabajador está la patria, en cada familia que puede cumplir su sueño, la patria vive. Ese es el frente de batalla de hoy, así que cuando escuchen que la OMC critica a la la Argentina porque somos proteccionistas tenemos que sentir un orgullo real y patriótico, porque somos proteccionistas de la salud de nuestros pibes que reciben la Asignación Universal, de los pibes en la escuela que reciben su netbook, y de todo lo que se ha forjado en estos años. Argentina tiene muchos problemas, pero es un país realmente generoso, venimos de una historia trágica y no me refiero sólo al terrorismo de Estado, sino también a la devastación neoliberal. El frente de batalla hoy está en aquel empresario que sustituye importaciones, que construye futuro aquí, con las manos argentinas de los hombres argentinos. A esos también hay que rendirles homenaje el 2 de abril, porque si no la soberanía sería un testimonio vacío, un testimonio donde la bandera no tiene nada y si la bandera no tiene a los 40 millones de argentinos adentro, es apenas un trapo.

* Editorial del director de Tiempo Argentino en su programa Mañana es Hoy de Radio Nacional

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