120315_Maestra_de_CFK
Martha Rabino, la monja que le dictó clases de catequesis a Cristina Fernández de Kirchner habla del pasado de la Presidente. Muestra su adoración por ella. La recuerda de la mejor manera, y defiende el modelo que lleva adelante.

De a ratos intenta disimular, pero no tiene éxito. Su cariño por la presidenta de la Nación es tan grande, que en un pasaje de la nota se ve en la necesidad de aclarar que no está enamorada de Cristina. Su nombre es Martha Rabino, es apoderada legal y Madre Superiora del Colegio Nuestra Señora de la Misericordia de Flores y representante legal del Colegio Nuestra Señora de la Misericordia de La Plata. En el primero recibió amable y cordialmente a La Tecla. En el segundo fue profesora de catequesis de Cristina Fernández de Kirchner, en aquella época, Cristina Fernández, a secas. La recuerda como una joven “muy linda”, “inteligente” y “capaz”. La defiende a capa y espada. Asegura que en la actualidad “lamentablemente no hay oposición”, y se muestra a favor de la reforma de la Constitución nacional.

-Alguna vez leí que la Presidenta, en su juventud, era una chica rebelde.
-Sí, pero rebelde educada. Ella podía contestarte algo, pero siempre de buena manera. Los profesores la queríamos mucho. Era muy capaz y buena compañera. No era de las capaces que se mandan la parte. No sé si estaba de acuerdo con lo que yo le enseñaba, pero respetaba todo. Cristina entró en tercer año al Misericordia de La Plata. Hizo tercero, cuarto y quinto.

-¿Se imaginó alguna vez que esa jovencita podía ser presidenta de la Nación?
-Ya se vislumbraba que estaba para grandes cosas. A diferencia de otras chicas, ella no estaba en la pavada de los bailes y las fiestas. Tampoco le daba importancia al viaje a Bariloche. A pesar de que quería estudiar psicología, ya se perfilaba para el lado de la política. Al tiempo se metió de lleno en la abogacía, y no paró.

-Desde la oposición suelen tildar a la Presidenta de autoritaria y de soberbia. ¿Cómo la ve usted?
-No la veo soberbia. Me parece que la oposición… En realidad, no hay oposición. El pueblo fue clarito en las urnas. Ella tiene que ponerse firme. Salvando las distancias, a nosotros nos pasa acá, en el colegio. Una tiene que estar con los pies en la tierra y muy atenta, porque la gente te pasa por arriba. Tiene que mostrarse como lo que es, la Presidenta de todos los argentinos. Y debe hacerse respetar como tal.

-¿Hoy tiene alguna relación con ella?
-La fuimos a visitar hace dos años. Fue un encuentro muy lindo. Después he llamado a la Presidencia en varias oportunidades, por ejemplo, cuando murió Kirchner, o cuando la operaron de tiroides, y le he dejado mis saludos. No sé si le llegarán, porque con Parrilli (Oscar) es un lío. Pero creo que sí (risas). El año pasado estuvo en Mercedes, y en medio del discurso le preguntó a un grupo de alumnos de qué colegio eran. Los chicos le respondieron “del Misericordia”. Y ella, toda orgullosa, dijo: “Ay, yo fui al Misericordia de La Plata”. Eso es lindo, nos recuerda.

-¿En el día a día, por ejemplo, nota que los alumnos y los padres de ellos reconocen el trabajo de Cristina?
-Sí, mucha gente habla de manera excelente de la Presidenta. Claro que reconocen lo que hace. Últimamente hemos tenido presidentes que no hicieron mucho. Ella, en cambio, ha hecho algunas cosas muy bien. Se nota el viento de cambio. Antes de las elecciones escuchaba a mucha gente que decía “yo la voto a Cristina, yo la voto a Cristina”.

-¿Y usted qué decía?
-(Risas) Yo no decía nada, me mantenía lo más calladita posible. La hermana Rosita, que fue rectora cuando Cristina era alumna en el Misericordia de La Plata, viene de una familia muy radical, y si bien siente un cariño muy especial por ella, no la votó. Entre nosotros, yo también soy radical... (risas).

-Antes de que Cristina se convirtiera en una figura pública, ¿habían tenido algún tipo de contacto, o desde que terminó el colegio no la habían vuelto a ver?
-No la habíamos vuelto a ver. Tampoco iba a las reuniones de ex alumnas, que es algo normal. Muchos son los chicos que por un largo tiempo no aparecen. Empiezan la facultad, se reciben, se casan, y por un tiempo no aparecen. Después, más de grandes, vuelven. Pero Cristina no tuvo tiempo. En su carrera fue todo muy rápido, se casó y se fue al sur.

-Empieza a hablarse seriamente de una posible reforma de la Constitución, con la intención de que Cristina pueda volver a presentarse como candidata. Supongamos que mañana se haga una especie de plebiscito por sí o por no, ¿cuál sería el voto de la ex profesora de catequesis?
-Me parece que sería un desgaste terrible, pero pareciera que ella no se desgasta. Después de la operación se tomó los días necesarios y siguió como si nada hubiera ocurrido. Con respecto a la pregunta, te repito, no hay oposición. ¿Qué gobierno vendría, a ver? Ahora te pregunto yo a vos.

-En las últimas elecciones fue segundo Binner. ¿No le gusta?
-¿No está un poco grande, Binner? (Risas). No es que esté grande, pero ya hace mucho que está sonando. A no ser que éste sea el hijo…

-Rosita diría Alfonsín…
-Alfonsín hijo, no. A ella le gustaba Raúl. Y también Balbín, por supuesto.

-¿A usted le interesó desde siempre la política?
-No me interesó nunca. Tampoco ahora. Me metí un poco por Cristina, nada más. Según Eduard Spranger, una misma acción puede tener varios valores. Dice que en cada individuo prevalece o predomina un cierto tipo de significados. Está el hombre social, el hombre económico, el hombre religioso. Cada uno tiene una tendencia más fuerte. Yo tengo lo religioso como más fuerte. Me gusta la política como noticia, y leo mucho, pero no es mi fuerte.

-¿Lee Clarín?
-No, no recibimos Clarín. Sí La Nación. No sé por qué, nada especial. Tradicionalmente el diariero trae La Nación. A Clarín lo veo por internet, pero solamente algunas noticias.

-¿Las referidas a Cristina no?
-No, ésas no (risas).

-¿Para eso prefiere canal 7?
-Ahí está. “¿Qué te pasa, Clarín, estás nervioso?”, dijo Kirchner (risas).

-Se puede decir tranquilamente que usted es una hermana K…
-Sí, en muchos sentidos, sí. He visto otros gobiernos que han sido desastrosos. Antes me inclinaba para el lado del radicalismo, al igual que mi familia, pero ahora, viendo cómo van las cosas, sí, te digo que soy una hermana K. Lamentablemente, no existe oposición.

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