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En muchos países que integran el Reino Unido se plantean cortar los lazos con la reina. Isabel II vio reducir sus dominios de 32 a 16 naciones durante sus 60 años de reinado. Los casos de Australia, Nueva Zelanda y Fidji.

Por David Stringer

Miembros de la familia real británica están visitando viejos territorios con motivo de los 60 años de reinado de Isabel II, en momentos en que muchos de los dominios más distantes del marchito imperio británico se replantean su lealtad a la monarquía.
Cuando se cumplen 30 años de la guerra de Malvinas y crecen los reclamos del gobierno argentino por la soberanía de las islas, el príncipe Enrique fue a Jamaica, el país que tiene la más férrea oposición al papel de la reina como jefa de Estado de 16 naciones y 14 dependencias británicas más pequeñas; y el príncipe Carlos viajará a Australia, donde la primera ministra se negó a respetar los símbolos de la corona.
Aunque la monarca de 85 años inspira respeto en todos sus dominios, encuestas de opinión muestran que los cambios republicanos en algunos países ganarán impulso si Carlos sube al trono, como se espera. Enrique, tercero en la línea de sucesión, se reunió con la primera ministra de Portia Simpson Miller, quien considera a la reina una “dama adorable”, pero insiste en que su país debe cortar los lazos con Gran Bretaña, en parte debido al penoso legado de la esclavitud. “Es importante para nosotros porque es parte de la historia, la cual comenzó cuando nuestros antepasados fueron llevados a rastras, vendidos como esclavos y traídos aquí y a otras partes en el Caribe”, dijo Simpson Miller a Ap.
Algunos analistas consideran que si Jamaica, que se independizó en 1962, deja de tener a la reina como jefa de Estado, otros países en el Caribe –como Bahamas, Barbados y Granada– podrían hacer lo mismo. “Intuyo que si el tema es bien presentado, otros pueblos podrían ver bien el cambio”, dijo Havelock Brewster, economista y ex embajador de Guyana.
La mayoría ya tiene amplia independencia política y judicial y ve el papel de la monarquía solamente como simbólico. Desde que 33 naciones se agruparon en la CELAC en 2010, muchos han forjado alianzas más cercanas.
El imperio británico se redujo drásticamente en el siglo XX, cuando países como India, Irlanda y algunos de África se independizaron. Desde que fue coronada en 1952, el dominio de la reina se bajó de 32 a 16 naciones. Algunos lugares están tan escasamente poblados que son demasiado pequeños para ser viables solos, en tanto que otros dependen –al menos temporalmente– de los fondos británicos, mientras batallan con sus endebles economías o el impacto de desastres naturales.
Mientras las encuestas de opinión muestran que la simpatía está disminuyendo entre los jóvenes, los más grandes que están fuera de Gran Bretaña expresan orgullo por sus lazos británicos y profesan una feroz lealtad a la reina. “Debemos mantener una relación cercana, sana y buena con el Reino Unido, porque necesitamos que Gran Bretaña nos apoye”, dijo Edmund Maduro, un jubilado que trabajó para el gobierno y que vive en las Islas Vírgenes Británicas.
En el Pacífico las opiniones están divididas. La primera ministra australiana, Julia Gillard, nacida en Gales, ha dicho durante mucho tiempo que Isabel II debe ser la última monarca de Australia. Y enfureció a los monarquistas cuando se negó a hacer la reverencia durante la visita de la reina en octubre. Sin embargo, las encuestas de opinión muestran que el apoyo a una república australiana ha bajado desde 1999, cuando fue rechazado un referendo para remplazar a la reina con un presidente.
En cambio, en Papúa Nueva Guinea, en el Pacífico Sur, los líderes eligen voluntariamente nombrar a la reina como su cabeza de Estado, y en las vecinas Islas Salomón, hay poco clamor por un cambio.
En Nueva Zelanda, muchos indígenas maoríes temen que ciertos derechos que se les garantizó en el documento de fundación del país –el Tratado de Waitangi de 1840– se vean afectados si cortan los lazos con Gran Bretaña. En junio, Fiji, la isla del Pacífico Sur que se deshizo de la monarquía con un golpe de Estado en 1987, quitará de sus monedas la imagen de la monarca.
En otras partes, los lazos sentimentales con los británicos todavía son fuertes. En las Bermudas –la colonia británica más grande– el pueblo ha rechazado las exhortaciones de los líderes para denegar la monarquía.
Gibraltar, fronterizo con España, se ha enfrentado a las Naciones Unidas por su deseo de mantener los lazos británicos, mientras que los habitantes de las Islas Malvinas se encrespan cada vez que Argentina reclama su soberanía.
Y el año pasado, Canadá regresó el título de “real” a sus fuerzas armadas por primera vez en 40 años, y ordenó a todas sus embajadas colocar un retrato de la monarca.

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