Opinión

Suena a lugar común, pero es así: cuando te dicen que tenés cáncer, sentís que te morís, que te querés morir.
Escuchás la palabra “cáncer” y te rebota hasta partirte la cabeza, y lo peor, el corazón; la angustia te cubre y sentís que si no te morís rápido por la enfermedad, lo harás de tristeza.

Por Martín Insaurralde *

Eso me pasó apenas me dieron la noticia; el golpe fue tremendo. Sin embargo, rápidamente comprendí que era fundamental, como siempre en la vida, dar pelea, no bajar los brazos jamás y dar la batalla. Y si bien para ganarle al cáncer necesitás imperiosamente de la ciencia, de los médicos, también  es clave refugiarse en el amor.
El amor por la familia, por los amigos, el amor de los que te quieren. Hay días que son malos, malísimos, en los que uno ve todo negro. Pero sobre todo en esos momentos es que hay que confiar en la fuerza del amor para salir adelante. Gracias a Dios, me estoy recuperando muy bien, espero pronto poder terminar el tratamiento y estar curado. Es importante que nadie que tenga cáncer se deje vencer; “cáncer” ya no necesariamente implica “muerte”. En muchísimos casos, significa tener que dar una batalla muy difícil, pero que es posible ganar.
Y como dijo alguna vez la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: no hay mejores batallas que las que se ganan con el corazón.

* Intendente de Lomas de Zamora

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