Por Roberto Caballero *

El aumento de $ 500 para jubilados y pensionados es, en la práctica, un formidable shock de $ 2031 millones al consumo, que será administrado por nuestros queridos viejos.

Los diarios tradicionales estarán presentando el anuncio de ayer como una especie de parche o dádiva hacia los pasivos. Se equivocan. Eso es ver la foto y perderse la película.
Porque así como no se establece la felicidad por decreto, tampoco se levanta de un día para el otro el muerto de las sucesivas estafas y saqueos a las cajas jubilatorias de tres décadas a esta parte.

Las señales del Estado en los últimos años refuerzan una idea, abandonada en lo peor del neoliberalismo. Cuando mayor es la actividad económica, más consumo y más empleo se generan. Cuando más gente trabaja, crecen los aportes al sistema, y mejora la relación entre trabajadores activos y pasivos. Esto, y ninguna otra cosa, hace posible pensar en un futuro con el 82% móvil.

Falta remarcar una sola cosa, quizá la más importante, ahora que los comerciantes van a registrar en diciembre un fuerte aumento de la demanda, y no son precisamente los precios. Los economistas del statu quo dirán que esto es imposible. No tienen fe, y razones no les faltan. Pero la verdad es que nada, y mucho menos un país, se construye sin esperanza.

Cuando los argentinos asumamos que nadie se salva solo, que la mejora de uno es también la del otro, habremos vencido esa tendencia al boicot general, donde algunos creen zafar mientras hunden al resto, sin registrar que el agua, cuando llega, también los tapa a ellos.

* Director

http://tiempo.elargentino.com - 251110